Una vez más, en clase se nos ha explicado y enseñado los diferentes tipos de profesores que nos podemos encontrar y los diferentes términos que existen para referirnos a él dependiendo del lugar y la función que tengan. No obstante, haremos más especial hincapié en la primera parte.
Como hemos podido observar, existen todos estos tipos de profesores: didáctico, afectivo, cordial, entusiasta, físico, dominante, organizado, estricto, pasota, sabelotodo, abstracto, libresco, cotorrero, conductista y de jerga pedante.
Todos estos prototipos los podemos clasificar de dos maneras: de forma positiva o negativa. Así pues, la clasificación quedaría así:
Positivo:
- El didáctico: explica con claridad, se le entiende bien.
- El afectivo: se preocupa por los problemas de los demás, es cercano, comprensivo.
- El cordial: alegre.
- El entusiasta: sabe motivar, interesar.
- El dominante/estricto: ejerce su autoridad.
- El físico: típico de un profesor de educación física.
Negativo:
- El pasota.
- El sabelotodo: cree que los niños no saben nada.
- El abstracto: piensa que sus teorías se pueden aplicar a todo.
- El libresco: solo confía en los libros.
- El cotorrero: atiborra la mente con fechas, anécdotas...
- El conductista-autoritario: cree que debe castigar a los alumnos y dominarlos.
- El de jerga pedante: hablan con un código enigmático que sólo entienden ellos.
Durante toda mi vida estudiantil, he podido comprobar cómo todos estos tipos de profesores evidentemente existen. Obviamente, me decanto más por los profesores que están clasificados como positivos, ya que he podido ver cómo los docentes con esas características dan una educación mucho mejor que los de la otra clasificación. Sin embargo, muchos de nosotros cuando acabemos la carrera nos querremos dedicar a la docencia y, por eso, deberemos tener en cuenta tales aspectos a la hora de educar en un futuro y pensar ¿cómo queremos enseñarles?, es decir, debemos plantearnos si pretendemos que nuestros alumnos se sientan a gusto en clase y aprendan de forma más fluida o si por el contrario nos encargamos únicamente de llenar las cabezas de nuestros alumnos con información. Un buen profesor es aquel que tiene unas características similares a las del primer grupo y consigue hacer entender la materia a sus alumnos. En un futuro, los que sienten vocación serán aquellos docentes que están encasillados en el primer grupo y los alumnos los consideren como los mejores. Al contrario, los que no sientan vocación, serán aquellos en los que en un futuro sus alumnos los cataloguen como sabelotodo, librescos o pasotas. Aunque todo esto no es del todo cierto, ya que la vocación no es el único factor que influye en la manera de educar. Un profesor puede tener vocación pero encontrarse en el segundo grupo, ya que aunque la tenga puede ser irresponsable o poco profesional. Y lo mismo pasa en el caso contrario, puede que un profesor sin vocación se encuentre en el primero porque este docente con su responsabilidad, esfuerzo y profesionalidad puede hacer que sus clases sean igual de interesantes.
En definitiva, si somos unos profesores didácticos o entusiastas, podemos hacer que nuestros alumnos se interesen en ir a nuestras clases y capten nuestros contenidos mucho más fácilmente que los de un profesor que sea “cotorrero” o sabelotodo.

Hola amigo, podrías decirme cual o cuales son tus fuentes, o libros de los cuales sacaste esta información, es para poder indagar más de ellos, gracias, muy buen aporte
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